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Opinión: Equipos tradicionales versus equipos virtuosos

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En plena época de cambios, parece ser que los equipos tradicionales no están satisfaciendo las necesidades de un ambiente de negocios en constante cambio. Incluso si éstos han establecido claramente sus roles y responsabilidades, construido confianza entre sus miembros y definido sus objetivos en relación con su misión y visión. A pesar de lo anterior, la mirada convencional de sus miembros podría hacer fracasar cualquier proyecto ambicioso. Según investigadores del MIT, los equipos tradicionales miran mucho hacia adentro, focalizan su trabajo exclusivamente en sus metas y objetivos, y carecen de flexibilidad para concretarlos en perspectiva, es decir, en términos comparativos con la corriente principal ¿Cómo lo estamos haciendo en comparación con otros?, ¿Qué necesitamos hacer para volvernos competitivos?, ¿Cómo están nuestras estrategias de benchmarking?, etc.

Sin embargo, las actividades de los equipos tradicionales aún son importantes, pero sólo si se las combina con una mayor toma conciencia de las necesidades internas, de los factores externos, y de las fuentes de información, tanto internas como externas. Por otra parte, los equipos tradicionales son, en general, poco proactivos, aún conociendo los objetivos estratégicos establecidos, pues dependen esencialmente de las orientaciones de la alta dirección. Esta situación ralentiza innecesariamente los procesos productivos.

A la inversa, los equipos virtuosos están formados por personas auto-exigentes, con altas expectativas, y con una clara visión personal y del propio negocio. Esta situación se traduce en una alta productividad y en la auto-realización de sus miembros. Veamos una breve comparación:

Equipos tradicionales Equipos virtuosos
  • Se construyen sobre la base de las competencias técnicas de sus miembros, y por su experiencia en el tema.
  • Los miembros encajan bien con las necesidades del equipo, pero … no dan más allá.
  • Los miembros a veces presentan situaciones de ego individual.
  • Los miembros exhiben bajos niveles analíticos, reflexivos, y propositivos.
  • Se construyen principalmente considerando las habilidades blandas de sus miembros. La experiencia no es un tema, debido básicamente a la capacidad autorreguladora y metacognitiva de sus miembros.
  • Los miembros no exhiben problemas de ego individual, más bien, construyen ego grupal,  y, por práctica, siempre dan más allá de lo planificado.
  • Los miembros exhiben altos niveles analíticos, reflexivos, y propositivos, destacándose por su proactividad.

Si analizamos el cuadro comparativo anterior, podemos concluir que los equipos tradicionales se construyen con quien quiera que esté disponible, y cumpla con cierto perfil básico. Sin embargo, los equipos virtuosos, se construyen con personas talentosas, que no sólo comparten una meta en común, sino que comprenden que potenciándose con los demás, terminarán fortaleciendo sus propias capacidades individuales.

Como podemos darnos cuenta, no es una tarea fácil construir equipos virtuosos. De hecho, estos equipos requieren de un liderazgo transformacional, que no sólo logre ensamblar bien los talentos, sino que demuestre capacidad para estimular el desasosiego intelectual y la creatividad de sus miembros. Claramente, en estos equipos, los miembros se energizan unos de otros con intensas conversaciones, por una simple razón: El diálogo apasionado es el impulsor per se del alto rendimiento, no el trabajo en si.

¿Qué observamos a nivel país?
Estas ideas poco parecieran prender en Chile. Es más. En muchas organizaciones se tiende a constreñir la expresividad de los miembros más talentosos, desaprovechándolos y animando su fuga. No siempre se entiende que los miembros virtuosos sueñan en grande, aspiran al cambio transformacional, y creen firmemente que los beneficiarios directos de su acción siempre quieren más, no menos. Los equipos virtuosos aprecian esta necesidad de quienes sirven y ésta se transforma en la energía vital que los lleva a revisar sus actualizaciones diarias y a mejorar como equipo.

En muchos contextos laborales faltan líderes virtuosos que sepan cómo alinear a sus colaboradores con el paradigma de la excelencia, que estimulen la creatividad, y que animen a todos a expresarse libremente, que es como logramos que los demás nos conozcan y aprecien. El espíritu de cuerpo, como dicen los franceses, parece tener más sentido en los equipos virtuosos que en los tradicionales.

Si las empresas nacionales declaran en su discurso adscribirse al paradigma de la calidad, resulta iluso pensar que la calidad brotará naturalmente por todos los poros de la organización, con el simple hecho de colgar una declaración de buenas intenciones en todas partes, o peor aún, con acciones coercitivas de alineación. Tal vez, la estrategia sea focalizarse primero en las personas y luego en los objetivos estratégicos. Parece ser que, sin este cambio paradigmático, difícilmente podemos aspirar a contar con equipos virtuosos, que nos permitan transitar realmente a una condición de pleno desarrollo.

Fernando Vera
Doctor en Ciencias de la Educación
Consultor Educacional y Organizacional
Sitio web: fernandovera.cl