Los agentes infecciosos se han vuelto resistentes a los antibióticos lo que hace muy difícil combatirlos. Esta situación se ha convertido en una de las mayores amenazas de salud pública y una gran preocupación para los equipos médicos debido a que los medicamentos dejan de ser efectivos para tratar las infecciones, agravando la condición del enfermo, incrementando los costos médicos y aumentando el riesgo de mortalidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha categorizado este problema como una “pandemia silenciosa”. Es por ello que los científicos del mundo buscan la manera de contrarrestar los superpoderes de las bacterias. Es el caso de los docentes de la carrera de Química y Farmacia de la Universidad San Sebastián (USS), Juan Andrades (sede Santiago) y Javier Campanini (sede De La Patagonia).
Ambos son químicos farmacéuticos y doctores en Farmacología y coincidentemente trabajaron su tesis de postgrado en el Laboratorio de Desarrollo de Fármacos del doctor David Vásquez, de la U. de Chile. Pese a que sus líneas de trabajo eran distintas, había un punto común: el desarrollo de nuevos medicamentos. Especialmente, la búsqueda de nuevos agentes con estructuras químicas y/o mecanismos de acción novedosos.
Los dos académicos participaron en la creación de una nueva familia de antibióticos capaz de combatir bacterias con multirresistencia. Evidencia publicada en la revista Antibiotics.
“Lo que hemos descubierto es una familia de compuestos que tienen actividad antibiótica. Se utilizó un blanco, es decir, pensamos en un lugar específico que pudiéramos dañar a la bacteria y se diseñó una estructura que pudiera intervenir en ese blanco. Esto es una de las estrategias de diseño racional de fármaco. Adicionalmente, utilizando metodologías de química computacional es que hemos podido optimizar esta nueva familia de fármacos antibióticos”, afirmó el académico Javier Campanini, quien integra el comité interministerial para la ejecución del Plan Nacional de Resistencia a Antimicrobianos 2021-2025.
Para la investigación se utilizaron diversos métodos de química medicinal para optimizar las moléculas previamente descubiertas.
El doctor en farmacología y académico USS, Juan Andrades, señala que “obtuvimos más de 40 moléculas en proceso de optimización, generando compuestos con actividad antibacteriana superior a fármacos de uso clínico en estudios in vitro”
Ahora los pasos a seguir son poder corroborar que estas nuevas moléculas son seguras y eficaces a la hora de ser implementadas en organismos más complejos y en especial, si pueden o no ser utilizadas en seres humanos.
Los inicios
Esta investigación se remonta al 2013 cuando los investigadores descubrieron una nueva familia de pirimidoisoquinolinquinonas, moléculas que mostraron ser más eficaces que los potentes antibióticos de uso intrahospitalarios.
De este camino se han derivado dos estudios, el primero publicado en Molecules en 2018 en los que se llegó a profundizar el conocimiento de estas nuevas moléculas que sirven para la creación del nuevo antibiótico. Para el segundo estudio, Javier Campanini, académico de la Sede Patagonia de la USS, comenta que, de las 17 moléculas descubiertas en la primera investigación, se tomaron las dos mejores y se caracterizó su actividad antibacteriana mediante métodos de microbiología aplicada.
En este estudio se aplicó un modelo de larvas en el que se muestra que las que se infectan mueren mientras que las que son infectadas y a posterior son tratadas con este nuevo antibiótico sobreviven y prolongan el tiempo de vida.
Organismos internacionales, entre ellos la OMS, han señalado la relevancia de promover el desarrollo de nuevos antibacterianos, para así, tener alternativas terapéuticas frente al problema que generan las bacterias resistentes en la salud pública mundial.
Los investigadores proyectan la realización de nuevos estudios para determinar la efectividad de estos compuestos en modelos in vivo.